La Maliciosa Chica

Panorámica desde la cima

Panorámica desde la cima

Hace años conversaba con un montañero acerca del significado de la palabra ‘invierno’. Él me decía que la palabra ‘invierno’ no significaba para él frío ni nieve; no significaba días cortos ni noches largas; tampoco chocolate caliente bebido a sorbos delante de la chimenea viendo la lluvia tras los cristales. Para él, invierno era viento gélido: ese viento fino y penetrante que se mete por los resquicios del abrigo y te hiela la piel; esa cuchillada invisible que no necesita venir por la espalda para encontrarte indefenso; esa fuerza natural que convierte la nieve en hielo y cubre las rocas de un cristal tan bello a la vista como mortal para el camino. Ese viento helado era la esencia del invierno.

El día que ayer pasamos en la montaña podría dar la razón a aquel montañero: cuando llegamos con el coche a La Barranca, no pudimos alcanzar el aparcamiento porque el viento había creado placas de hielo en el asfalto. Nos dimos la vuelta y fuimos a Mataelpino, desde donde caminamos hasta la entrada del valle del río Gargantilla. La cumbre de La Maliciosa presidía el horizonte y, a ratos, nubes de partículas de nieve helada eran levantadas por el viento por encima de la Cuerda de los Porrones. La tierra dio paso al agua y el agua dio paso a la nieve: cruzamos el río con facilidad gracias al puente de nieve dura que se había creado de forma natural. A partir de ahí comenzó la subida por la fuerte pendiente de la ladera sur de la Cuerda; a ratos perdíamos el camino pues la nieve lo cubría: sólo los hitos que afloraban por encima de la nieve nos servían como faros en este mar blanco y frío. Decidimos realizar una parada para comer al abrigo de unas rocas antes de alcanzar la cuerda, pues supusimos que en la línea superior soplaría sin piedad el viento invernal. No nos equivocamos: después de la comida, cuando apareció la Cuerda Larga densamente nevada, la Pedriza y la cara noreste de La Maliciosa, el viento invernal hizo su aparición y ya no nos abandonaría hasta regresar a la cara sur de nuestra sierra. En medio de este viento alcanzamos la cumbre de La Maliciosa Chica, tímida montaña que mira con bella sonrisa a su hermana mayor pero que se muestra también imponente a quien la mira a ella por su cara este. Tras la cumbre coronada, retomamos la Cuerda de los Porrones hasta un punto determinado en que la abandonamos para tomar un largo camino descendente que nos condujo de regreso hasta el pueblo de Mataelpino.

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